domingo, 3 de febrero de 2013

Sólo una perra

Hace un rato he leído éste artículo de Reverte en el XLSemanal. Para los que no lo sepáis, es la revista que viene con el Heraldo de Aragón los Domingos, y que compramos en mi casa. Me gusta mucho esa revista. Tiene artículos muy interesantes, aunque algunos un poco crudos.


Hablando de. Se me ha encendido la sangre leyendo el artículo de Reverte, Era sólo una perra. ¿Cómo puede esa gente...? ¡Argh! ¡Es que los...! ¡Les haría...! ¡Y aun encima nadie lloraría la muerte de esos cerdos! ¿Tan difícil era dejarle a esa gente hacer? ¿Parar por un momento?

¿Tan poco les importa una vida? ¡Tan poco entonces me importará la suya!

Tranquilos, no voy a hacer ninguna barbaridad por mucho que me gustaría. Hacer esas cosas que querría hacer darían un giro brutal a mi vida que no estoy por la labor de dar. Ya se que a veces me quejo de que es un coñazo, pero tampoco es tan mala. Y tiene momentos gratificantes, como la partida de rol que hice ayer con mis amigos, que quitando alguna cosa disfruté mucho.

¿Y qué haré entonces, tanto quejarme de esto? ¡Quejarse de cosas es absurdo si no vas a hacer nada al respecto! Bien, puede que no sea mucho, pero afrontaré el tema con ficción...

No sabía por qué, pero le dolía mucho la cabeza. No veía nada, sólo oscuridad. Intento moverse, pero no podía, estaba atado. En su espalda podía sentir el frío tacto del suelo, especialmente en la nuca, donde el tacto era metálico. Y entonces pudo ver un pequeño brillo frente a él, la punta ardiente de un cigarro.
-Veo que ya has despertado -dijo una voz tras él.
-¿Quién...? ¿Quién eres? ¿Qué está ocurriendo?
El pánico le invadía por momentos.
-¿Sabes por qué estás aquí?
-¿Aquí? ¿Donde?
-Sobre una fría y húmeda vía.
Entonces se dio cuenta de que estaba atado a la vía, a la vía del metro. Conforme sus ojos se adaptaban a la oscuridad podía reconocer la forma del túnel y la silueta que se iba dibujando tras la diminuta fuente de luz.
-¿Por qué me haces esto?
-¿Tanto costaba hacer algo?
-¿Algo? ¿De qué?
-Una pobre perra murió aquí tras varios días soledad, terror, agonía.
-¿Qué? ¿Que clase de broma es esta?
-No es una broma.
-¡Dios! ¡Sólo era una perra!
-¡Y tú sólo eres un cerdo! -respondió con rabia.
-¿Por qué... por qué quieres hacerme esto?
-¿Crees que es esto lo que quiero hacerte? Imagínate vagar desnudo, sin ojos y sin lengua, por estos túneles hasta que un tren acabe con tu misera. ¡Eso es lo que quiero hacerte! Pisotearte ahí donde estás hasta que te mueras. ¡Eso es lo que quiero hacerte! Pero no, he decidido tomármelo con calma y ofrecerte la oportunidad de que reflexiones durante tus últimos minutos de vida sobre lo que has hecho.
-¡Estás loco!
-Y tú atado a una vía.
Y entonces comenzó a oírse algo, un murmullo.
-¡No! -gritó aterrado imaginando lo que era.
-¿Tienes miedo? Imagina lo que debió sentir esa pobre perra.
En ese momento comenzaba a apreciarse la luz del metro.
-¡Maldita sea! ¿Por qué me iba a importar la vida de una puta perra?
-Porque lo mismo me importa a mí la tuya -dijo antes de tirarle el cigarro y marcharse.

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